Dramático testimonio de sobreviviente de explosión en Mamonal
Rafael Bohórquez relató los momentos que vivió durante el accidente en el que murió su hermano Lener.
Lo primero que recordó Rafael Bohórquez cuando escuchó la explosión en el astillero de Cotecmar, es que había visto a su hermano mayor, Lener Bohórquez González, subir por la escalera de la barcaza que estaba en el dique seco.
"En el momento de la explosión yo estaba alejado del lugar y se formó el caos. La gente salió corriendo, gritaban. Yo salí de una para el lugar", contó Rafael Bohórquez afuera de la sede de Medicina Legal en Barranquilla.
Léner Bohórquez es una de las seis víctimas fatales que dejaron dos explosiones en los astilleros de Cotecmar y Astivik, ubicados en el sector industrial de Mamonal en Cartagena, ocurridas el pasado miércoles.
Por ser brigadista y porque su hermano estaba en el accidente, el supervisor de mecánica naval corrió hasta el incendio y con ayuda de otros trabajadores comenzaron atender a los heridos, sin importar que las recomendaciones eran primero hacer un cordón de seguridad.
En medio del humo negro y espeso que reducía su visibilidad, y las llamas que lo sofocaban, Rafael buscaba a Léner con desesperación por la posibilidad de que se presentara una nueva explosión. Alcanzó a rescatar a cuatro compañeros malheridos cuando vio a su hermano sobre la cubierta de la barcaza, intentando levantar el cuerpo.
"Cuando él se levanta y yo lo miro, saqué fuerzas no sé de dónde y enseguida me subo a los andamios. Llamo a otros compañeros, ellos me apoyan y lo bajamos entre todos", manifestó Rafael con el rostro endurecido.
Mientras narraba lo que había vivido en esos minutos de angustia y desesperación, el hombre tenía los brazos cruzados y la mirada fija en un punto indeterminado, como atrapado por su dolor.
"Cuando llego a dónde Léner me dice que no puede moverse porque tiene las piernas rotas. Me decía con mucha insistencia que amaba mucho a sus hijos y que él iba a salir de eso", recordó Rafael Bohórquez.
Léner mantuvo la conciencia todo el tiempo cuando lo llevaron incialmente a la enfermería de la empresa, también cuando fue embarcado en una ambulancia y lo trasladaron a una clínica cercana. Se mantuvo lúcido durante el trayecto a pesar de tener fracturas en la tibia izquierda y el fémur derecho; de tener una herida abierta en la cabeza y de que el 80% de su cuerpo tuviera quemaduras graves.
"En la clínica lo atendieron. Le hicieron una cirugía en las piernas para estabilizarlo y luego lo trasladaron a Barranquilla, en una avioneta ambulancia", explicó Rafael Bohórquez.
En la capital del Atlántico fue internado en el Camino Universitario Adelita de Char, pero por la gravedad de las heridas, al parecer quemaduras internas, falleció a las 9:30 de la noche del pasado miércoles.
Su cuerpo fue llevado a la sede de Medicina Legal en Barranquilla y varias horas después, cerca de las 2 de la mañana de este jueves, llegaron cuatro compañeros más que fallecieron en el mismo incidente.
Tres de las víctimas fatales fueron identificadas como Luis Gabriel Vega Batista, de 39 años; Manuel Montes Guardo, de 54 años, y Carlos Alfredo Castro Ledesma, de 23 años. También llegó un cuerpo sin identificar de un hombre de entre 20 y 25 años de edad.
Un destino marcado por la fatalidad.
Familiares y compañeros de trabajo de los hombres fallecidos en la explosión estaban reunidos debajo del techo de una entrada sellada del Cari, esperando que pasara una torrencial lluvia.
En esa unión improvisada por la tragedia, comentaban los tintes de fatalidad que muchas veces tiene el destino.
Entre lo que apuntaban, afirmaban que Léner Bohórquez González, de 48 años, había recibido hace pocos días los papeles de su pensión y desde entonces comentaba, medio en broma medio en serio, que ya no iba a trabajar más.
También indicaban que Luis Gabriel Vega Batista tenía apenas una semana de haber entrado a trabajar, mientras que por otro lado Carlos Alfredo Castro Ledezma terminaba sus prácticas del Sena esta semana, contó su tío, Jimmy Castro.
A medida que la lluvia iba amainando, los familiares y compañeros de las víctimas iban retomando sus puestos en la puerta de Medicina Legal, a la espera de que les entregaran los cuerpos para llevarlos hasta Cartagena y darles sepultura.